La distimia es un trastorno del estado de ánimo que afecta la percepción que tiene la persona de sí misma y del entorno en el que vive; como algunas personas refieren “todo me da igual” o “todo me disgusta” o “si lo tengo todo ¿por qué no le encuentro sentido a nada?”.
Es un tipo de depresión que se mantiene a lo largo del tiempo, por eso quizás la persona no le presta atención e incluso puede confundirla con características de temperamento. Es más, algunas personas dicen que como no disfrutan de nada, entonces es porque tienen personalidad introvertida (haré un post sobre algunos tipos de personalidad para comprender la diferencia de cada uno), lo cual no es cierto; una persona puede ser introvertida pero disfruta de la vida, aunque sin mucha relación social, y una persona extrovertida puede mostrar síntomas depresivos aunque acostumbre estar acompañada de muchas personas.
Cuando la distimia aparece a temprana edad, se le suele confundir con características de personalidad depresiva (que se caracteriza por un patrón muy marcado de pensamientos y conductas negativas y pesimistas); sin embargo, quien sufre de distimia muestra un patrón depresivo menos estable en el tiempo, lo que significa que muestra mejorías intermitentes, y es posible detectar su origen, ya que familiares y amigos pueden dar cuenta que la persona no siempre fue así. Lo que sí es cierto es que una personalidad depresiva puede predisponer a la distimia, por lo que a veces se solapan.
Desafortunadamente muchas de la personas que padecen un trastorno distímico no suelen ser conscientes de que necesitan tratamiento, o en el peor de los casos, han sido mal asesorados, entonces se conforman, asumiendo sus síntomas como parte de su personalidad y con el tiempo puede desencadenar en otros trastornos mentales mucho más complejos.
SINTOMAS:
Los síntomas suelen perdurar en el tiempo, aunque algunas veces la persona muestra mejoría (como consecuencia de algún acontecimiento específico) pero es sólo por poco tiempo (no más de 2 meses continuos). Entonces para diagnosticar la distimia es necesario que la persona haya padecido los síntomas al menos durante 2 años (y para el caso de los niños sería de 1 año).
Los signos de la distimia se aprecian en diferentes áreas:
- Emocional: La persona exhibe tristeza crónica, desesperanza, sentimiento de culpa, inutilidad y pesimismo. Hay pérdida de la motivación para emprender las tareas cotidianas y a menudo siente que los problemas cotidianos la superan.
- Conductual: Llanto ocasional, irritabilidad, incapacidad para asumir responsabilidades, disminución de la productividad y una marcada indiferencia social. Es habitual que la persona se aisle y prefiera pasar sola la mayor parte del tiempo pues las actividades sociales le son indiferentes.
- Cognitivos: Dificultad para concentrarse y tomar decisiones, pensamientos negativos recurrentes y dificultades para recordar información importante. Asume una actitud pesimista frente al mundo, cayendo en el círculo vicioso de la tristeza crónica.
- Somáticos: Es muy frecuente el insomnio o hipersomnio, falta de energía, fatiga, cambios en el apetito y sensación de malestar generalizado.
Por supuesto, cada persona es diferente, por lo que muchos no experimentarán todos los síntomas ni de la misma manera.
Para identificar si tienes distimia, evalúa la lista de síntomas e identifica los que tienes, y además considera el tiempo que llevas con ellos. Sin embargo, antes de sacar conclusiones precipitadas, consulta a un profesional de la salud mental que pueda ofrecerte un diagnóstico y te ayude a superarlo. No tienes por qué estar solo.
¿CÓMO DIFERENCIAR LA DISTIMIA DE LA DEPRESIÓN?
Es muy común que los síntomas de la distimia se confundan con los de la depresión, aunque en realidad se trata de dos trastornos diferentes.
La depresión mayor, por ejemplo, incapacita a quien la padece para desarrollar las tareas de su vida cotidiana porque sus síntomas suelen ser muy intensos. Quien sufre depresión tiene que enfrentarse a diario a muchísimos retos: levantarse de la cama, bañarse e incluso alimentarse adecuadamente se convierte en una tarea casi imposible. Aunque los síntomas del trastorno distímico interfieren en las tareas diarias debido fundamentalmente a la falta de energía y motivación, en realidad no le impiden cumplir con sus responsabilidades.
Otro aspecto fundamental que diferencia la tristeza de la depresión es la cronicidad. En el caso de la depresión los síntomas deben mantenerse la mayor parte del tiempo durante al menos dos semanas, pero para diagnosticar un trastorno distímico es preciso que los síntomas perduren durante al menos dos años. Asimismo, la depresión puede presentarse de forma brusca, casi siempre precedida por un evento traumático o estresante puntual. En cambio, la distimia tiene un comienzo insidioso cuya intensidad va aumentando progresivamente y perdura en el tiempo, de hecho hay personas que recuerdan haberse sentido tristes y apáticas toda la vida.
Es un error referirse a la distimia usando el término depresión menor ya que, aunque sus síntomas no son tan intensos como los que se aprecian en la depresión persistente, generan un malestar significativo que no se debe menospreciar.
En ocasiones la distimia y la depresión coexisten: una persona con un trastorno distímico también puede desarrollar una depresión mayor, de tal manera que además de la tristeza y la apatía típicas de la distimia, la persona experimentará un estado de melancolía intensa, perderá completamente el interés por involucrarse en actividades placenteras o tendrá problemas para alimentarse o conciliar el sueño, así como un marcado sentimiento de incapacidad y una baja autoestima.
¿CUÁLES SON SUS CAUSAS?
La distimia, como la mayoría de los trastornos psicológicos, no tiene una única causa sino que es el resultado de la combinación de diferentes factores, y lo que sí es cierto es que las mujeres se ven más afectadas que los hombres. Por ser multifactorial, podemos decir que intervienen aspectos bioquímicos, herencia y genética, problemas de relacionamiento con las figuras de referencia, rasgos propios de la personalidad, y además, existen factores desencadenantes que pueden precipitar la aparición de la distimia (vivir experiencias traumáticas como la pérdida de un ser querido, un accidente, tener problemas económicos o incluso estar sometido a un nivel de estrés mantenido en el tiempo pueden desencadenar un trastorno distímico en las personas vulnerables).
CONSECUENCIAS
La distimia afecta prácticamente todas las áreas de la vida. Si sufres este trastorno es probable que tengas dificultades para cuidar bien de ti, de manera que podrías adoptar hábitos de vida poco saludables que terminan dañando también tu salud física. Por tanto, serás más vulnerable a sufrir diferentes enfermedades, desde la hipertensión y la diabetes hasta patologías cardiovasculares. También debes saber que la distimia acelera el proceso de envejecimiento y afecta la respuesta inmune del organismo, por eso mismo te vuelves vulnerable a adquirir fácilmente enfermedades.
El trastorno distímico suele generar una pérdida progresiva del sentido de la vida, de manera que podrías perder la confianza en tus capacidades y en lo que eres capaz de lograr. Si a esto se le suma la falta de energía y el sentimiento de tristeza crónica, es usual que tu rendimiento en el plano laboral o académico termine resintiéndose. Además, existen altas probabilidades de que busques refugio en comportamientos adictivos, como el alcohol, las drogas o la tecnología, las cuales se convierten en una vía de escape para tus problemas y el malestar que experimentas, como un intento por salir de ese estado, por eso es necesario que busques ayuda. Con el tratamiento adecuado podrás superar los síntomas y disfrutar de la vida.
TRATAMIENTO
En la actualidad existen muchos enfoques que pueden ayudar en la sanación de los síntomas, sin embargo lo más importante es que cualquiera sea el tratamiento que elijas, asegúrate que esté a cargo de un profesional de la salud mental.